miércoles, 4 de junio de 2008

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: INDISPENSABLES PARA EL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD
Como nos podemos dar cuanta desde la existencia del ser humano el deseo de comunicación ha sido de vital importancia; sin la comunicación, no abría transmisión de conocimientos, ideas, pensamientos, sentimientos. El hombre ha ido evolucionando a lo largo de los tiempos, llegando a construir un lenguaje interpretado y hablado por medio de símbolos y luego de letras a los cuales les ha dado significado y conforman hoy el Lenguaje.

La comunicación desde diferentes lugares, ha sido la preocupación. El
hombre ha querido acortar la distancia física. Desde las primitivas señales de humo, pasando por el telégrafo eléctrico hasta llegar la actual Internet. La distancia, se ha visto acortada con los avances tecnológicos, que el hombre actual descendiente de ese hombre primitivo ha construido hasta lograr resultados que han transformado el pensamiento humano y la forma de comunicarse.

Los
medios de comunicación masivos nos acercan a información de cualquier parte del mundo en un abrir y cerrar de ojos. El caudal de información al cual se tiene acceso es inmensurable. No solo se ha conquistado el espacio e inventos tecnológicos; sino que los ha colocado a grandes distancias sobre el Planeta y de los cuales hace uso para proveer de información a toda la humanidad algo estamos seguros; tanto los medios de comunicación, como la forma de comunicación, irán avanzando cada vez a pasos más grandes.

Se ha señalado que Martín Barbero llega a percibir la importancia del consumo por medio de su crítica al “mediacentrismo” (con su propuesta de “pensar la comunicación desde la cultura”) y su elaboración de la categoría de mediaciones. En un artículo escrito a fines de los años 80 señalaba:
Lo que nos interesa es la propuesta de una teoría social de la comunicación basada en el paradigma de la mediación. Que es aquel modelo 'que trabaja con intercambios entre entidades, materiales, inmateriales y accionales' adecuado para 'estudiar aquellas prácticas en las que la conciencia, la conducta y los bienes entran en proceso de interdependencia un modelo que referido al campo del que nos ocupamos busca dar cuenta de las formas/instituciones que toma la comunicación en cada formación social, de las lógicas que rigen los modos de mediación entre el ámbito de los recursos... la organización del trabajo y la orientación política de la comunicación, y por último de los usos sociales de los productos comunicativos (Martín Barbero,1988:9).

A mi modo de ver, este planteamiento supone una concepción sustantiva de la mediación.
[i] Ello significa que la mediación no implica una relación neutral o instrumental (que es el sentido que tiene en la política) ni tampoco una relación indirecta o distorsionadora (que es el sentido que se le ha dado en la investigación sobre la ideología de los medios). Por el contrario, considera que la mediación es una actividad directa y necesaria entre distintos tipos de actividad y la conciencia. La mediación es positiva y en cierto sentido autónoma: es decir, tiene sus propias formas. Por ello, de lo que se trata es de comprender la relación entre dos fuerzas como algo que es sustantivo por si mismo, como un proceso activo en que la forma de la mediación altera aquello que es mediado.

Desde esta base conceptual lo que se intentará pensar son los modos de interacción e intercambio en el proceso de comunicación: en particular, las formas de mediación entre la lógica del sistema productivo y las lógicas de los usos sociales de los productos comunicativos. Según Martín Barbero, la forma de la mediación entre estas dos lógicas es el género. Este es concebido “como una estrategia de comunicabilidad, y es como marcas de esa comunicabilidad que un género se hace presente y analizable en el texto”. O como estrategias de interacción, esto es “modos en que se hacen reconocibles y organizan la competencia comunicativa entre los destinadores y los destinatarios” (Martín Barbero, 1987). Lo que a su vez supone que la competencia textual no se halla presente sólo del lado de la emisión sino también de la recepción. “Cualquier telespectador sabe cuando un texto/relato ha sido interrumpido, conoce las formas posibles de completarlo, es capaz de resumirlo, de ponerle un título, de comparar y de clasificar unos relatos” (Martín Barbero,).

Además como hemos podido dar cuenta, hay que tener una actitud crítica ante cualquier medio de comunicación por ejemplo el televisor asumiendo una forma de analizarlo totalmente, permitiendo no dejarnos influenciar por todo lo que este nos quiere vender.
Es por esta centralidad que se otorga a la categoría de género que Martín Barbero desarrolla una propuesta metodológica para estudiar la telenovela. En esa propuesta: Las mediaciones son entendidas como ese ‘lugar’ desde el que es posible percibir y comprender la interacción entre el espacio de la producción y el de la recepción: que lo que se produce en la televisión no responde únicamente a requerimientos del sistema industrial y a estratagemas comerciales sino también a exigencias que vienen de la trama cultural y los modos de ver (Martín Barbero, 1987).

A fin de precisar ese “lugar” desde el que es posible observar la interacción entre esas dos lógicas Martín Barbero propone partir la investigación desde “las mediaciones, esto es, de los lugares de los que provienen las constricciones que delimitan y configuran la materialidad social y la expresividad cultural de la televisión” (1987:233). Esos “lugares” serían aquellos en que se desarrollan las prácticas cotidianas que estructuran los usos sociales de la comunicación: la cotidianeidad familiar, las solidaridades vecinales y la amistad, la temporalidad social y la competencia cultural.

¿Cuál es la mediación que estos “lugares” cumplen en la configuración de la televisión? Según Martín Barbero se trataría de una doble mediación. Por un lado, la mediación familiar inscribiría sus marcas en el discurso televisivo forjando los dispositivos básicos de comunicación entre los cuales el autor menciona la simulación del contacto y la retórica de lo directo. Por otro lado, y este es el aspecto que interesa relevar aquí, la cotidianidad familiar medio el uso social de la televisión. Como también lo ha destacado aquella línea de investigación conocida como “etnografía de audiencias”, la familia (y no el individuo) es la unidad básica del consumo televisivo (véase por ejemplo: Mosler, 1986). Se entiende, entonces, que la familia/hogar es el lugar clave de lectura, resemantización y apropiación de la televisión. Y son las dinámicas familiares las que estructuran las modalidades del consumo televisivo.

La “operacionalización” de la categoría de mediación en determinados “lugares” desde los cuales se desarrollan los procesos de apropiación y usos sociales de los productos comunicativos abre un nuevo espacio para la investigación. Un elemento clave que de aquí va a surgir será la indagación sobre los modos de ver/leer a través de los cuales los sujetos realizan los usos sociales de los productos comunicativos.

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